¿PORQUÉ LOS CRISTIANOS NO CELEBRAMOS HALLOWEEN?
Los cristianos no celebramos Halloween principalmente porque los valores y orígenes de esta festividad contradicen principios fundamentales de nuestra fe. Halloween, que significa “Víspera de Todos los Santos”, tiene raíces en el antiguo festival celta Samhain, que celebraba el fin de la cosecha y el inicio del invierno, y se creía que era un momento en que los espíritus podían regresar a la tierra. Aunque en la actualidad Halloween se presenta como una celebración inocente, la atracción hacia figuras como fantasmas, brujas, y demonios, así como su relación con prácticas ocultas, son elementos que no reflejan el carácter de una vida consagrada a Dios.

La Biblia nos insta a apartarnos de todo aquello que pueda desviarnos de la adoración exclusiva al Señor. En Deuteronomio 18:10-12, Dios prohíbe expresamente la práctica de actividades como la adivinación y la consulta de los muertos, diciendo: “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero… porque abominación es al Señor cualquiera que hace estas cosas”. Este pasaje es claro en que cualquier práctica relacionada con la idolatría y el ocultismo es contraria a los mandamientos de Dios.
Además, en 1 Corintios 10:20-21, Pablo advierte que “no quiero que participéis con los demonios. No podéis beber la copa del Señor y la copa de los demonios; no podéis participar de la mesa del Señor y de la mesa de los demonios.” Esta exhortación subraya la importancia de vivir una fe íntegra y rechazar cualquier práctica que desvíe nuestra devoción.
En lugar de participar en Halloween, los cristianos somos llamados a vivir en santidad, siguiendo la luz de Cristo y rechazando cualquier práctica que pueda abrir puertas espirituales a influencias ajenas a nuestra fe.